jueves, 3 de septiembre de 2015

Homo homini lupus




Nadie podría sustraerse a la evidencia. Vivimos tiempos de gran progreso tecnológico y científico. Grandes maravillas se descubren diariamente. Los Físicos están casi seguros de haber descubierto el esquivo Bosón de Higgs. La noción de la presencia de la Materia Obscura, y la Energía Obscura, están a punto de darle a la Astrofísica nuevas explicaciones acerca del comportamiento del Cosmos. Se han encontrado evidencias indirectas de la presencia de un gigantesco Agujero Negro súper masivo en el centro mismo de la Vía Láctea, y se infiere que hay multitud de agujeros negros esparcidos por todo el Cosmos. El CERN ha anunciado que en los próximos días (esto lo escribo el día 3 de septiembre de 2015), haciendo acopio de una enorme cantidad de energía, hará colisionar partículas atómicas en un afán por descubrir los efectos de tal colisión, y entre la comunidad científica y la colectividad lega, se siente temor por las consecuencias de dicho experimento. 
Las comunicaciones globales son cada día más complejas y tienen mayores alcances. Pero, por otra parte, también estamos viviendo tiempos difíciles y álgidos, tiempos de disolución moral y social, de incredulidad y falta de marcos éticos que nos indiquen una manera menos decadente y disgregante de vivir y convivir. Afrontamos la necesidad de incluir a los grupos sociales y tribus urbanas, con sus costumbres extravagantes y fuera de norma, y en creciente aumento en número e influencia social, con una juventud en desánimo, y con altos índices de suicidio. Enfrentamos dilemas como quizá nunca antes en la Historia Humana. Dilemas tales, como los límites para extender la vida con aparatos y dispositivos de soporte vital, o la preservación de un cuerpo con el fin de trasplantar sus órganos, la eutanasia, la legalización de sustancias adictivas (fuera del alcohol y el tabaco), la legalización del aborto, la legalización de las "preferencias sexuales", y del derecho a adopción por parte de parejas, digamos: "no convencionales". Una era de liberalidad sexual, en la cual, la orientación sexual se limita a enseñar a los adolescentes cómo colocarse un condón o un diafragma o una espuma espermicida. O de plano, cuándo y cómo tomar la píldora del día siguiente. Confundiendo así la sexualidad, con la inconveniencia reproductiva fuera de momento oportuno, con el ejercicio del coito y este, con el amor.
Una Era como antes anoté, de grandes avances en las telecomunicaciones, que desgraciadamente está sepultando a la comunicación personal, la cercanía del contacto humano, el afecto y las verdaderas relaciones humanas, pues resulta más fácil escribir por chat a una persona virtual un: "te estimo", a decirlo en persona y sobre todo, es más fácil ignorar e inclusive insultar agresivamente a otro, confiados en que no estamos a su alcance para que nos parta la cara de un puñetazo.
¿A qué se debe toda esta disolución social y debacle moral y ética? Simplemente, se debe a todos nosotros. Podríamos analizar el problema, bien desde la cúspide de la pirámide de poder, o bien desde la base de la masa social, y lo único que cambiaría, sería la proporción, el grado de responsabilidad (o la irresponsabilidad de cada cual).
Instituciones y gobiernos, ocupados en medrar a costa de la gran masa que representa el pueblo. A costa de explotarlo, de legislar de manera tendenciosa y alevosa. A la habida costumbre de los poderosos de manipular la verdad, de informar y desinformar (me choca esta palabra, pero es práctica). De enajenar voluntades fomentando la incultura, el consumismo, la frivolidad y el gusto por lo superfluo. Esclavizando a la base trabajadora con bajos salarios y atropellando las leyes que amparan al trabajador y sus derechos. Creando instituciones fraudulentas para administrar las finanzas del vulgo. Fomentando el endeudamiento hasta para adquirir los bienes básicos para la subsistencia. Ideando nuevas y maquiavélicas fórmulas para imponer una nueva forma de esclavitud.
Las instituciones religiosas, estimulando la imaginería supersticiosa del vulgo. Prohijando mitos y cosmogonías fantásticas que tienen dos efectos: O bien sojuzgar a una prole de feligreses, o bien engrosar las filas de aquellos individuos pensantes que se consideran a sí mismos: agnósticos. Porque ante las evidencias de la Ciencia, los mitos religiosos y cosmogonías, toman su verdadera dimensión de mitos. 
Porque además, todos los sistemas religiosos y sectarios, por sus obras, terminan por quedar en evidencia. Y sin embargo, Hay un Ser que es más grande que todas las mentiras juntas, que se han contado acerca de El a lo largo de Los Siglos, y a lo ancho de La Tierra, porque todo lo que vemos y lo que no vemos, no es obra de la fortuita casualidad. Solo que a ese  Ser, se le ha difamado desde que el hombre dejó de ser un antropoide y algunos tipos listos inventaron la religión).
¿Y qué dijiste? ¡Todo, es culpa de los gobiernos, de los potentados y de las religiones y sus parásitos depredadores! No, querido amigo, también tú y yo, y todos somos responsables. El miserable porque ama su condición y vive de causar lástimas. El Ignorante; porque ama su ignorancia y detesta todo intento por ponerlo en contacto con el conocimiento y la verdad. El indolente, por permitir que las cosas sigan su curso. El sucio porque es feliz con su inmundicia y la ama. El promiscuo porque se contenta con su lascivia. El ladrón, porque encuentra excusas para su latrocinio. El mentiroso, porque vive dichoso difamando. El asesino, porque invierte su energía en fraguar su crimen. El culto, porque satisface su egocentrismo haciendo sentir a los demás como si fueran bestias, menospreciándolos. Los frívolos y los indiferentes, porque viven en la comodidad de su nicho social, preocupados más por las modas o lo snob,que de los temas sociales, de la hambruna y de la muerte. El hombre de negocios, porque lo único que le importa es cómo obtener más ganancias en metálico. El puritano, porque se siente "escogido", irreprochable, impoluto y juez del resto del mundo. El holgazán, porque recibe un salario sin devengarlo. El tramposo, porque desperdicia su ingenio (admirable manifestación de su inteligencia) en urdir el siguiente timo. El supersticioso, vive satisfecho sujetándose a sus fantasías. En fin, la lista sería interminable. Y te aseguro, que todos estamos incluidos en al menos algún rubro.
Sin embargo, hay remedio para toda esta podredumbre: Comencemos por ser autocríticos y proactivos, sinceros con nosotros mismos, con el prójimo, con la sociedad, y principalmente con El Creador. Aun hay tiempo. Aun hay esperanza. No se necesita ser profeta del Apocalipsis, inspirado sobrenaturalmente, para predecir que el camino que llevamos es hacia el completo caos y quizá la aniquilación. La Verdad, es la respuesta, y cada cual, tú y yo, somos responsables de buscarla. La Verdad, está en nuestro interior, y es tiempo de oírla y permitirle corregir nuestro rumbo. De otra forma, la vida de cada ser, desde el principio del tiempo hasta hoy, habrá sido una pérdida total. Piensa, éste es el único mundo conocido donde la vida haya florecido. Si somos producto de la Naturaleza, habrá sido un lamentable desperdicio, una auténtica lástima que la vida se extinga a causa nuestra. Y si es la obra de un Creador Divino y Sobrenatural, entonces, no solo habrá sido una auténtica pena menospreciar su obra, si no una completa blasfemia.

Shalom